Apenas comencé a recibir sesiones de barras sentí que todo lo que hacía me conectaba con mi verdadero gozo y obtenía cada día más de mí sin limitaciones ni juicios.

Se lo compartí a mi esposo y su cambio fue radical, ya no es el mismo. Siempre fue muy bondadoso y disponible para los demás, pero lo acompañaba una “sensación” de mucha tristeza e impotencia hacia él. Le costaba mucho proyectar y organizarse. Sufría mucho querer, pero “no poder” plasmar todo lo que tenía en su cabeza, ideas, actividades, estudios…

Al otro día después de su primera sesión apareció con una sonrisa enorme y un papel en la mano con todos sus proyectos organizados -incluyendo comenzar nuevos estudios- con plazos y propuestas super tangibles, está cumpliendo con cada uno y lo más notorio fue su cambio de ánimo, su sonrisa permanente y aparecer cantando por la casa como nunca lo había hecho!

“Claramente todo me condujo a elegir dar las clases para que más personas puedan acceder a esta maravillosa técnica y seguir contribuyendo a mi propósito de expandir bienestar al mundo entero.”